¿Nos ayudas?

¿Por qué Nepal?

Desde el día en que decidimos poner el primer pie en Nepal, me enfrenté a una de las preguntas más difíciles, que todavía hoy sigue poniéndome los pelos de punta.

¿Por qué Nepal? Aquí también hay gente que necesita ayuda. Yo mismo me lo he cuestionado cientos de veces, y a decir verdad me sigue costando encontrar una respuesta fácil. Porque es cierto, no le voy a quitar la razón a nadie, la cruda realidad es que hay mucha gente necesitada en este mundo, en cualquier lugar donde poses tu mirada.

Tal vez la crisis generada por la COVID-19 sea un buen ejemplo para explicárnoslo: el impacto de la pandemia en nuestros hogares ha ido mucho más allá de la salud de nuestros seres queridos; a ese movimiento sísmico le ha seguido una inestabilidad todavía mayor.

Nepal, como otros países del tercer mundo, no se escapa de esta debacle. Es cierto que no ha percibido una crisis sanitaria del mismo calibre, pero esto nos ha demostrado que el mínimo movimiento en la sociedad Nepalí puede trastocar a millones de personas (pasando hambre o muriendo, literalmente, en medio de las calles o carreteras).

Menores en peligro de muerte por inanición, niñas casadas antes de la mayoría de edad, madres falleciendo en el parto como consecuencia del difícil acceso a los hospitales, niños sin poder ir a la escuela o familias enteras sufriendo enfermedades provocadas por las deficientes condiciones higiénicas. Diríamos que esto son efectos del Covid, ¿no es así? Pues no, tristemente esto es el día a día de una población tan marginada como la que vive en las áreas rurales de Nepal (que asciende hasta el 90%), demostrándonos que lo que para un país como España es una crisis pasajera para Nepal es el pan de cada día.

Tal vez, ahora que lo pongo en palabras, este sea un buen motivo para convencerme todavía más de lo que estamos haciendo.

Otro motivo, tal vez mucho más personal, que me lanza a seguir adelante es el sentido de la responsabilidad. Leía ayer un artículo que hablaba sobre las claves para una vida exitosa (en cualquier ámbito), y las resumía en dos: pasión y servicio. Es decir, haz algo que te nazca del corazón, algo que disfrutes, y vuélcate en ello con una sonrisa, pero no te lo guardes para ti solo, ten en cuenta a los demás.

Sin duda, algo que me ha permitido dar este paso ha sido la educación que he tenido la suerte de recibir (gracias papá y mamá) —la misma que te está permitiendo leer estas líneas—. Y ha sido esta educación la que nos ha hecho libres a cada uno de nosotros para tomar el camino que deseábamos (haciéndolo, en la medida de lo posible, con pasión y con servicio).

Pero qué clase de vida es aquella en la que carecer de algo tan esencial como la educación te aleja de tomar determinadas decisiones o pelear por ciertas oportunidades; en definitiva, una vida sin libertad.

Para mí Nepal es todo eso, pero también un lugar repleto de sonrisas y de alegría; y estoy dispuesto a trabajar para acercar a todo el que esté al alcance de mi mano la oportunidad de elegir su propio camino, tal y como he podido hacer yo para llegar hasta aquí (porque todo aquél que me conozca sabrá, sobradamente, que lo hago disfrutando como un niño).

Nacho Bahadur Chepang